Último episodio publicado: 1 de abril de 2024


19 de julio de 2013

Primer Concurso de RetroRelatos de RetroManiac - Historia de una vida dura dura



1º Concurso RetroRelatos de RetroManiac

Historia de una vida dura dura, por Héctor Foronda Piñero

Sé que mi vida os importara una mierda… sí, también pensarás que hablando soy un puñetero borde pero con la vida que he tenido ¿qué esperabas? Cualquiera en mi situación se habría pegado un tiro o actuado de forma totalmente diferente. Sí, también sé que no soy mas bobo porque no soy mas grande pero no puedo evitar tener ese carácter bonachón y, seamos serios, llevo comidas tantas setas y esnifado tanto polvo de estrella que la mitad del tiempo no sé ni donde estoy.

Si te esperabas un cuento de hadas, no, lo siento, pero mi vida es mas como una película mala de sábado tarde-noche con un criajo descarriado que ahoga sus penas en alcohol, se junta con mala gente y poco a poco va tirando su vida sin darse cuenta, esa es mi vida.

Yo era un crio regordete al que le gustaba jugar con el mecano y el arte floral, de lo más normal, vamos, y el único problemilla, sin importancia como veréis, fue el que mi adorada dientitos fuese una planta carnívora de metro veinte a la que alimentaba con tabasco y happy meals que me regalaba un señor encapuchado de noche en el callejón que hacia esquina con la panadería a la que iba mi papa.

Mi madre pensó que no era muy normal…a ver, que no la culpo y menudo follón se montó cuando el caniche epiléptico-anoréxico de la vecina desapareció mientras estaban tomando un café en nuestra casa. Por suerte la vecina era cortita y mi papá le consiguió explicar cómo el perro patada ese había quitado el quisquete de la puerta, dado dos vueltas a la llave, abierto la puerta de seguridad contra incendios, llamado al ascensor porque la escalera estaba en obras y escapado a un sitio lejano y muy bonito donde seria feliz y conocería a otros hijos.. que se ponen a ladrar a las 4 de la mañana al escuchar su sombra.

Aunque si he de ser sincero, supuesto motivo por el que escribo esto pero si eso ya luego comentaré este punto, el problemilla que pudo desencadenar todo fue cuando tuvieron que venir los bomberos además de varios corresponsales locales e incluso alguno provincial y diría que o bien mi madre había puesto la lavadora fuklipchu en un corto o un helicóptero estaba pegado a la ventana de la cocina.

Esto…¿qué hago aquí? ¿doctor, es hora del enema vitamínico? Em…lo siento, me cuesta muchísimo mantener el hilo de algo más de un minuto y cincuenta y tres coma dos segundos…¡ah, si! vinieron todos para cubrir la noticia del niño que se había quedado con medio cuerpo insertado en la taza del váter. ¿Sabíais que según una patente reciente en ese lugar se encuentra una bolsa de aire que mediante un tuvo podría salvar a cientos, qué digo, miles, millones de personas de morir por inhalación de humo al tener conexión directa con el exterior? ¿No? mi psicólogo tampoco se creyó soberana gilipollez.

Lo más duro del internamiento en el centro privado concertado sus hermanastros del inflamadísimo testimonio (mal pensados xD uhum…seguimos) no fue tener que dejar mi casa hasta que un juez y un asistente social me viesen capacitado para poder formar parte íntegra y activa de la sociedad. Lo peor fue no poder llevarme a dientitos y que para desayunar tuviese que subir corriendo siete pisos que juro el suelo estaba inclinado y la “graciosa” de la limpieza me iba tirando mopas viejas roñosas que se decía contagiaban el tétanos con solo rozarte.

Fue en este antro patrocinado por construcciones manolouribeitia en donde me enamoré de una novicia sueca. Un día en medio de clase de laboratorio genético avanzado (era o esto o dar religión aunque ahora ambas valen para la media, que chasco) se me ocurrió la divertida idea de unir el tubo de la aspiradora a un pequeño compresor.

Quería hacer la gracia y que se fijara en mi pero me puse a llorar cual descosido al ver como al empaparle el vestido entero se tornaba en…¡¡¡¿rosa?!!! Pero que cojo… Ella me explicó amablemente que esa tela solo se podía lavar en caliente y que total, al estar llegando el verano le había hecho hasta ilusión el cambio y sí, fue aquí, ¡ME BESO!

Justo en ese momento llegó el señor oscuro que se me había olvidado comentar que trabajaba aquí y no sé de qué pero esta vez no parecía tan simpático, y agarrando a mi amada se la llevó. Si, soy un facilón y me enamoro a la primera de cambio, pero es que ella era especial, nunca me había pasado nada igual. ¡¿Qué?! Y tú qué sabes si había tenido o dejado de tener más novias hasta el momento, ¿igual es que no me gusta fardar? Lo que hay que soportar… ¡¡¡como sigas te doy un meco!!!

Perdonadme, el mono de polvo de estrellas me tiene malo pero es parte del trato que hice con la fiscalía para que rebajasen la pena.

A lo que iba, la aparición de la luz que daba sentido a mi vida. Pasaron veinte desayunos (cuando sea tu única comida ya te digo yo que la llevarás grabada a fuego en la mente) y seguía sin ver a la hermana Peachisson, y qué mejor que escabullirme a dar un paseo por los jardines o como yo les llamaba cariñosamente, inframundo verdoso de dudosa naturalidad.

Este apelativo cariñoso era el resultado de años y años de vertido continuado de un potingue burbujeante que la hermana Kamekrudis lanzaba sin parar desde la ventana del último piso del ala este que daba al jardín, gracias a su baticao tuneada con un led en el frontal. Decían que tenía mas de 100 años, cosa que no ponía en duda, pero el que cada vez que pasara un niño le lanzase un mini-cactus de esos que venden en el super no decía mucho de su estado mental o de un posible extraño sentido del humor.

Cada paseo por el jardín era toda una experiencia, entre esquivar los cactus voladores, evitar caerme en los agujeros de las nuevas ampliaciones que habían quedado paralizadas tras explotar la burbuja inmobiliaria, topitos malhumorados, hijitas de dientitos, etc.

He de comentar que si bien no me permitieron llevar conmigo a mi querida mascota florícola sí que me llevé cual judías mágicas un saquito de semillas y las esparcí por el jardín. Puede que haya sido por la materia viscosa de color indeterminado que cae en cantidades industriales desde el ático cada día o pura casualidad pero lo que han crecido estas malotas es digno de estudio. En clase de biología nos han explicado que las especies luchan y se adaptan al entorno e incluso se producen cambios en su morfología para sobrevivir. Esto no se lo creía ni el profesor y digo creía porque tras ver los antaño pequeños y delicados a la par de graciosos topitos y tortuguitas del jardín en su estado actual, la mente de uno se abre a cualquier posibilidad.

Pasarían meses hasta que mi vida diese otro giro radical. Lo primero que recuerdo de los acontecimientos que desencadenaron el comienzo del cambio es la muerte de dos cámaras y un técnico de sonido de Nachional Geoplastic. En el vecindario había habladurías de todo tipo por culpa de los gritos nocturnos desgarrados en la época de celo, un par de días cada tres semanas, de las plantas carnívoras transgénicas, reclamo suficiente para que la cadena decidiese enviar un equipo de investigación.

Como no, quisieron filmar a las curiosas plantas de noche durante el periodo de cortejo y fue aparecer en el jardín y convertirse en un menú especial y gratuito. Suerte que ese día me tocaba a mí cortar el césped del campo de golf privado de los hermanos, y otra cosa no, pero la cortadora de césped es una mala bestia, el modelo más caro que había en su momento en Letoy Martin. Motor diesel de 300cv sobrealimentado biturbo con llantas de 20 y neumáticos de pinchos pero sin dirección asistida… ¡¡¡la mezcla perfecta!!! Era como conducir un tanque por una pista de hielo llena de baches, nunca sabias cuánto ibas a tardar en podar todo el campo pero sabías que iba a ser la hostia.

Tiré de freno de mano y viviéndolo todo a cámara lenta, e incluso como mi pelo se mecía al viento y sonaba música cañera de fondo, enfilé perfectamente hacia el grupo. Profesionales del sector audiovisual que dando más pena que lo esperado de unos supervivientes-luchadores según las películas de zombis, corrían de un lado a otro gritando y poniendo mas interés en el material que en su propia integridad física. Me separaban cinco kilómetros y medio hasta alcanzarles, por ello aceleré a fondo y ¡¡¡¡¡solté el freno de manoooo!!!!! No había recorrido ni dos metros y ya había atropellado a una pobre tortuguita mutante que había saltado impulsada por un clon de dientitos en claro trabajo cooperativo contra un enemigo común.

Agarré al vuelo la concha vacía que salió proyectada contra el parabrisas y pensé que me podría ser de mucha ayuda. ¡La mitad del recorrido era un complejo tramo de curvas pero yo tenia un truquito! Si pisaba a fondo el acelerador y el freno al mismo tiempo que giraba el volante la cortadora pegaba un salto y se cruzaba entera, ¡ni kawasakis ni levos ni jondas, me los fundiría a todos, fácilmente!

Estaba ya a menos de 100 metros del grupo y veía cómo el indicador del depósito estaba a punto de decir adiós y sin pensar en mi propia vida pegué un volantazo y con medio cuerpo volando lancé con la mejor precisión que pude la concha contra la planta mas cercana. Con tan buena suerte que tras partirle toda la piñata rebotó en 33,824 grados en dirección a la siguiente planta, y esto mismo ocurrió cinco veces más dejando el jardín mas podado y liso que en toda su historia, mientras las plantitas hijas de mi querida mascota exhalaban sus últimas bocanadas de fuego por sus bocazas.

Volviendo a mi delicada situación el impacto era inminente, tan cercano estaba como rápido me aproximaba yo al muro o el muro a mí, el orden de los factores no alteraría el jostión. Fue abrir un boquete en la pared del ala este y encontrar atada a mi amada Peachisson mientras, supongo que por efecto de la contusión craneal, veía a un hongo con bracitos levantando un cartel con algo escrito en el… ¿”Mario deja las put.. drojas”? podría ser.

1 comentario:

  1. Si señor, aquí tenemos a la única esperanza de la literatura española. Hector, amijo, con tu relato me he divertido, he soñado, he sufrido, he pavimentado, me he enojado y he visto un mundo mejor donde las hadas de la suerte reparten cartuchos de NES precintados a aquellos gamers de nauseabundo semblante, pero que alojan un dorado corazón. Por favor Hector, sigue escribiendo hasta el sangrado, yo y muchos más como yo -unos 3 en el mundo-, necesitamos tus relatos como el pez luna el arroz tres delicias. XD

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